Me encantan los lunes por lo errático que estoy en casi todo. Ando para arriba y para abajo con un descoloque y falta de swing que me convierten en un peligro público. Pero no estoy solo en el desempeño, casi todos mis clientes portan huellas del pasado fin de semana y en nuestras miradas hay complicidad oculta.
Somos del gremio de los noctámbulos del domingo, odiamos pasar la noche oficialmente durmiendo y navegamos por Internet u otros húmedos mundos.
Al día siguiente mostramos más ojeras que un oso panda pero es lo que hay.
Mañana calibro mejor los tornillos del coco, ajusto la mira y doy en el blanco.
Pero hoy, lo que es hoy. Mejor me acuesto.
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