viernes, 20 de julio de 2007

La mirada del viajero

La mirada del viajero, me gusta esa frase, no es tan importante definir la frontera entre realidad y ficción cuando la vida misma, con el surrealismo cotidiano, demuestra que ambas se diluyen continuamente para salud de nuestra mente y alma.

Me atrae el eterno conflicto entre el autor y su obra y recuerdo que Mario Puzzo, autor de El Padrino, casi estaba a punto de perder su casa por falta de pagos mientras escribía el libro que le dio fama. ¿Qué apoyar, acaso el estilo “bohemio” como arquetipo de falta de responsabilidades y por tanto piedra fundamental del genuino talento? Verdad es que el matrimonio domestica sectores del talento, o no, si eres un eterno rebelde, pero jamás justifica ausencias y carencias que solo son atribuibles al propio desarrollo personal y espiritual del artista. Son demasiadas las veces que echamos las culpas a otros mientras evadimos el protagonismo consecuente de nuestras dediciones. Mal educados estamos. Pero bien entrenados en juzgar y etiquetar a los demás. Nadie es de nadie, cruzamos nuestras vidas en las rutas de otras vidas y gozamos y sufrimos en el transcurso de ese viaje. Creamos y generamos en un vórtice extraño y fecundo del que a veces no brota nada y sin embargo esa aparente esterilidad forma parte del espacio temporal que la vida nos da para aprender y aprehender otras cosas mientras descubrimos talentos dormidos o visitamos otros sabores.

Pero el resultado final es obra nuestra, no de la suegra, los padres, la patria, el salario y otras hojas que ocultan el tronco donde está el núcleo de lo que fuimos, somos y seremos.

Evadir la esencia del viajero es cerrar la ventana que asoma al mundo. Despegarse de la ilusión de que aquello que palpas y sientes, aunque sea la mega vagina de nuestros sueños, está allí a modo de propiedad para cuando entren las ganas es aconsejable, el resultado será un tipo muy especial de liberación, de tranquilidad y confianza para el proceso creativo. Apoyo a “los espíritus relativistas” que beben y se la pasan bien en la realidad y en la ficción de la vida en los tiempos que nos tocó vivir.

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