sábado, 14 de julio de 2007

Lucía

Pirateando por los senderos de Emule, di con “Lucía” de Humberto Solás, recordé cuando la ví en el cine Trianón de Línea y Paseo enredado en el laberinto de mi propia adolescencia y luego, con los años, la borré del disco duro para dejarle espacio a otras cosas. Solamente conservé la música de Leo Broker, sobre todo en la segunda historia de los años treinta con la elegancia de un danzón suave y nostálgico.

Por eso, buscando respuestas, esperé a que el programa rastreara por medio mundo fragmentos de Lucía hasta que una barra verde indicó el fin de la descarga.

Preparé un kalimocho de medio litro con más vino que cola, 200 gramos de hielo para hundir al Titanic y un chorrito de Bacardi para irme del aire al cuarto trago.

Le di al play y esperé… y me tragué la primera historia, y la segunda y cuando ya andaba por la mitad de la tercera, con Llauradó corriendo detrás de la guajira por las salinas orientales, me dije _ ¡Ay no! Yo no me fui de Cuba pa’ aguantar esto.

Y apagué el PC y la liberación fue total pues luego de dos Kali, una meada y cinco llamadas telefónicas, me fue revelada la esencia de Lucía.

Dicho filme es más que una reverenda mierda, es algo peor. Es el principio del adoctrinamiento esquemático, sectario, mentiroso, manipulador y falso de la historia cubana que se le vendió a mi generación y otras adyacentes.

Es una película cutre y cruel, con buenos buenos y malos malos, donde la razón la tiene una parte y la otra, caramba, no es que sea mala pero… está equivocada, el mismo argumento oficial de siempre, el de la hija del Che o el del sapingo ese que lee el blog de Juan Abreu "emanaciones", Eliades creo que se llama, que es director de la Biblioteca Nacional y “Administraidor” del pensamiento único.

Lucía está entre las piedras fundacionales de la dictadura. Documento histórico del realismo socialista más embrutecedor y ejemplo de lo que un día fue y ojala no vuelva a ocurrir para bien de nuestras neuronas.

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