viernes, 27 de junio de 2008

La fatiga

Cuando al señor Yasar Kasap, subdirector del aeropuerto de Trapzón, Turquía, le comunicaron que uno de los vuelos había desaparecido de las pantallas de los radares imaginó lo peor. Se trataba de un aparato procedente de Afganistán con militares españoles que debía aterrizar en los siguientes minutos en la terminal aérea. Ordenó entrar en alarma y esperó impaciente la terrible llamada que confirmaría el inicio de un mal día a raíz de un desastre. Un rato después sonaron los teléfonos indicando la caída de una aeronave en las montañas colindantes a la ciudad. A las 7:15 horas del 26 de Mayo de 2003 llegó a la zona del impacto casi al mismo tiempo que otros equipos de rescate portando extintores ligeros ya que conocía lo escarpado del terreno y lo difícil que le sería subir a los pesados camiones cisternas de los bomberos. Al llegar quedó estupefacto con el espectáculo que se abrió ante sus ojos, según contó más tarde a la comisión de investigación: “Estaba realmente impresionado; ha sido lo más horrible que he visto en mi vida. Muchos cuerpos humanos y las partes del avión aún en llamas, por todas partes había multitud de cuerpos humanos desintegrados. Me sentí muy mal” Y aquí, en España nuestros corazones lloraron la pérdida irreparable de aquellas vidas. Los investigadores sacaron sus lupas y los políticos sus navajas para buscar respuestas y culpables en diversas direcciones. La izquierda vio un filón por donde atacar al partido de gobierno usando la movilización de las familias de los fallecidos como arriete de desgaste al Partido Popular pero los técnicos e ingenieros que montaron el desmantelado puzzle en que se convirtió aquel fatídico Yak 42 se vieron ante uno de los enemigos más perversos y ladinos que ataca a todo aquel que sube a un vehículo de cualquier clase: la fatiga. El aparato, en contra de lo que se especuló, estaba bien técnicamente. Su tripulación no. Existió una cadena de errores que van desde falta de formación e información sobre la zona de vuelo, características propias del relieve que rodea el aeropuerto y la presión en el relevo de las tripulaciones que están en tierra. Todo eso hizo que los pilotos rusos operaran bajo una presión tal que perdieron el contacto con la realidad exterior y no advirtieron su aproximación dramática a la cadena montañosa contra la que terminaron chocando. Yak: UKM 4230 sobre Trabzon. Controlador: UKM 4230 Trabzon, recibido autorizado a aproximación a pista 29. Notifique posición de viraje inbound (en acercamiento). Tres minutos después el control aéreo turco vuelve a dirigirse al Yak. Controlador: UKM 4230 verifique su posición. Yak: UKM 4230 inboun en acercamiento…cómo… (ilegible) a pista 29 y … ¡uaaa!... Ya era tarde, muy tarde, comenzaron un viraje a la derecha de más o menos 26 – 27 grados, en un intento de maniobra de escape. El tren de aterrizaje bajado, los flaps a 20 grados o sea en posición de maniobra de tomar tierra y la velocidad no era alta. Impactaron con la punta del ala derecha y el tercio trasero del fuselaje y todo acabó en segundos. La fatiga mata y deja secuelas junto a historias tristes como la del Yak 42 que traía a casa a unos jóvenes militares que hacían lo posible por la paz en otros cielos. Que pena ¿verdad?

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