
Se que la euro copa no pagará mi hipoteca, no ayudará a llegar a fin de mes y mucho menos hará bajar el precio de la gasolina pero al menos repartió alegría y de paso desempolvó la bandera española, tantas veces olvidada en los armarios del recuerdo como símbolo tutelar y cohesionador de la nación. La gente vibró ante las pantallas y el estadio de Viena y hubo lágrimas de emoción y borrachera. Otros no lo celebraron, es más, votaron a favor del triunfo del contrario aunque sea Alemania, da igual si éste es quien se enfrenta a su odiado Estado español. Los de Esquerra Republicana de Catalunya colgaron en su cede una bandera alemana dejando ver la naturaleza de sus torcidas entrañas. Cómo se puede gobernar un país con gentuza como esta que no cree en el mismo país que le paga el sueldo. Es verdaderamente triste lo que esconde el nacionalismo, su peligroso coqueteo con el totalitarismo, su patético fundamentalismo. Pero sobre todo, qué ridículos son los de ERC. La historia dirá de qué pata cojean y de que inmundo material está reciclado sus cerebros. Pues se jodieron y no ganaron los teutones, así que a guardar su banderita no sin antes meterse por donde saben la derrota ante un equipo de genio y figura.
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