martes, 17 de junio de 2008

Adios R.

Se fue con ese swing con que se van los buenos amigos, así, de pronto, sin ruido, ni pena, ni gloria. En su casa con la chica dominicana que iluminó sus últimos tiempos. Alemán de pura cepa, hijo del buen beber y mejor comer, habitante de puticlubes de lujo y trotamundo, R. decidió vivir la vida a su manera luego de una infancia de posguerra que marcó su existencia de mucho estudio y mucho trabajo hasta lograr un puesto cómodo y seguro en una multinacional que le permitió conocer España y sus peninsulares culos hasta caer varado a los pies de las hembras latinas que fueron su verdadera perdición. A veces tenía la impresión de haberse equivocado de país natal. Sentía y comprendía tanto a los sudamericanos que bien pudo ser embajador de la Unión Europea en cualquier sitio de allí y no dar la nota, bueno siempre y cuando no hubiera una despampanante morena dentro de su radio de acción de depredador nocturno. Ahora R. ya no está, se largó con su carga de recuerdos a ese lugar sin lugar que está más allá de las fronteras de la vida. Queda aquí en el recuerdo de nosotros y en la sonrisa inevitable al imaginarlo bebiendo cerveza en el cielo. Descansa en paz querido amigo. Fóllate cuanta difunta encuentres por allí, no le temas al sida y evita condones celestiales ya que nada tienes que perder, lo vivido está aquí, en el corazón de quienes te conocímos.

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