domingo, 4 de noviembre de 2007

Títeres

Extraña raza somos los cubanos. Durante décadas enarbolamos estandartes de soberanía y otras croquetas mentales cuando en el fondo abrazábamos a quien más poder y dinero tuviera. La gesta de independencia contra España se realizó mirando el potente mercado norteamericano a quien la metrópolis ponía barras en las ruedas obstaculizando el natural comercio entre naciones separadas por solo noventa millas. Tan es así que una vez en brazos del Tío San luego del desastre del 98, Cuba perdió mucho de su hispanidad seducida por unos Estados Unidos que siempre le ofrecieron trato preferencial. De ahí que la industria, las artes, la tecnología como televisión y la expansión urbanística siguieran derroteros genuinamente norteamericanos fortalecidos por la paridad del Peso cubano y el Dólar yanqui. Cuando en el 59 Fidel se subió a la mata de mango para siempre, dio la espalda al norte cercano mirando al norte lejano mientras soviéticos y chinos pujaban sutilmente por llevarse a la cama a la linda Cuba. Geopolíticamente los rusos y los maoístas proponían más o menos lo mismo: el poder absoluto a cambio de convertirse en un protectorado. Al final Moscú se llevó el gato al agua para rabieta de Pequín y durante décadas sus caras pálidas formaron parte del paisaje nacional, incluso en la carta magna que se invento el partido comunista cubano dicha amistad quedaba reflejada y escrita para evitar cualquier equívoco. Con el paso de los años y el reventón de aquel mal chiste que fue la Unión Soviética, Cuba, cual puta barata, salió al arcén de la autopista internacional mientras muchos, que saben lo mala paga que es esta chica, miraban hacia otro lado, de nuevo los chinos entraron en escena con ayuda y renovados lazos comerciales. Olvidados quedaban los datos históricos de la ayuda del gigante asiático a la coalición que luchaba en Angola contra las tropas cubanas e incluso la cantidad indeterminada de victimas entre nuestros soldados que esta actitud dejó en el camino. Después sale ese tipo de apellido Chávez que despunta como un tirano con hambre continental e impresentables como Pérez Roque, ministro de relaciones exteriores de La Habana, quien dijo públicamente que Cuba renunciaría a su soberanía para integrarse en un supuesto nuevo país latino americano compuesto por naciones de centro, sur y caribe bajo el paraguas venezolano. Hay que ser perro. Hay que ser bajo y miserable. Pobre Cuba, eso es lo que tenemos y es lo que hay. Caramba, pobre Cuba.

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