lunes, 1 de septiembre de 2008

Algo se mueve

A Víctor Jara le rompieron las manos a culatazos en el infame gesto de aniquilar los instrumentos que sacaban música de su guitarra popular, sus manos subversivas para aquellos cerebros eran peores que las bombas o las ráfagas de un arma automática; luego le mataron como a un animal y dejaron su cuerpo en un rincón de la ciudad para escarmiento de todos. Tal historia conmovió profundamente al mundo artístico cubano y no necesariamente porque Víctor fuera una súper estrella de la canción, al fin y al cabo él siempre fue mejor autor que intérprete y todos sabíamos que formaba parte del movimiento internacional del nuevo canto latino americano de manera militante; su voz y su guitarra era todo el arsenal de sus ideas; lo que realmente hizo daño fue la forma de morir, nadie merecía llegar así a ese momento y el nivel de brutalidad dejaba muy claro las entrañas de aquel horror que dejó libre sobre los cielos de Chile el señor Pinochet para vergüenza de varias generaciones. Y me viene a la cabeza Lorca y Reinaldo Arenas, Raúl Rivero y tantos otros que alrededor del mundo sufrieron las penas de no caer bien a las correspondientes dictaduras. Qué energía poderosa emana del conjunto de las artes humanas cuando son percibidas por el corazón y cuanto esfuerzo se gasta por su parte el ingrato poder en el intento de manipularlas, domesticarlas y ponerlas a su opaco servicio. Por eso cuando apresaron a Gorki, el cantante de Porno para Ricardo, el grupo musical más irreverente de la isla, se movieron de forma espontánea ciertos resortes a nivel de pueblo que han dejado sembrada una débil pero prometedora semilla de lucha contra la intolerancia. Buena nota debe estar tomando el gobierno. No todo puede ser controlado y el apoyo internacional, más la cobertura de prensa extranjera, logró terciar un poco la máquina engrasada para machacar al cantante en una especie de auto de fe medieval donde se acopla un mensaje de miedo y estate quieto al resto de artistas e intelectuales cubanos. Es de destacar, el día del juicio, la tremenda ausencia en los juzgados de mis compañeros de la nueva trova, ni los salseros, ni los reguetoneros, ni los timberos, ni los de música clasica se les vió el pelo y si artistas plásticos, escritores y actores. La música cubana es un potente caudal que se mueve en muchas direcciones, por lo visto nadie quiere mojarse, ni marcarse, ni señalarse aunque en el centro de su alma sepan que tras las greñas de Gorki hay un poco de todos nosotros. El poder podrá con muchas cosas. Pero con otras ya no puede. La puerta está entornada. Y se siente un poco de aire fresco.

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