domingo, 3 de enero de 2010

2010

Enero abre sus puertas y deja entrar un año vestido de dudas y también buenos augurios. La razón y la pasión pujan desde los marcos para otear la niebla que flota sobre la senda de 2010 recién nacido. Lo que ocurra de ahora en adelante será, en gran medida, resultado de nuestros actos. 2010 puede ser un buen año a pesar de: la crisis, el desempleo, la tarifa de consumo, el terrorismo, hacienda, la gripe, los políticos, el trafico en hora punta, las hamburguesas, la tele basura, el hambre en el mudo, el cambio climático, la delincuencia, los huracanes y un sin fin de otras calamidades. Porque nada puede con la luz que late en los corazones. Ni hay fuerza que apague el resplandor que ilumina la oscuridad de otras cosas. Hemos despertado del sueño del consumo y nuestro espíritu crítico nos ayuda a discernir entre la madeja de estos tiempos donde anida la bondad y el buen hacer humano en un planeta enloquecido. Deseamos que nada nos corrompa, que la fe en las personas no decaiga, que los niños sigan siendo la esperanza de un mañana mejor, que los ancianos no partan sin haber dejado el tesoro de su experiencia en nuestro recuerdo consiente, que las guerras lejanas y cercanas apaguen sus ecos, que la armonía equilibre los hogares bajo el cálido manto del amor incondicional por las grandes y pequeñas cosas. Que al decir “Te quiero” pongamos una piedra más en el puente de la sinceridad, que mirarse a los ojos sin miedo sea parte del día a día y buscar la felicidad no sea una utopía sino un Derecho Humano amparado por el sentido común universal. Deseamos un 2010 mejor que el año 9. Pero sobre todo, que os cuidéis mucho para vivir este ahora que nos ha tocado y, llegado el momento, despedirle con un guiño cómplice y un pañuelo al viento sobre las lozas del anden de los trenes del olvido pues tenemos por delante... ¡toda una vida!

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