lunes, 2 de febrero de 2009

Banderas heladas

Bajo el frío y la nieve se reunieron, en la Puerta del Sol de Madrid el pasado domingo, una multitud pidiendo el fin de la dictadura en Cuba 50 años después de la llegada de Fidel Castro al poder sobre una nube de esperazas jamás cumplidas de un pueblo que confió y derramó sangre a favor de un cambio que no llegó. Para mí lo esencial está en el mensaje y lectura de la manifestación en si misma. Primero por el esfuerzo de estar físicamente en la capital bajo condiciones extremas de clima abogando por una causa que está muy lejos si se mide en kilómetros y muy cerca si miramos dentro de los corazones. Cuba es y será fuente de reflexión y polémica pues ocupa un margen importante de la emotividad hispana hasta el punto de polarizar dramáticamente los puntos de vista y el color general de las manifestaciones. La ausencia indecente de la izquierda española en la petición de democracia para la isla deja abierto el debate sobre la naturaleza de las entrañas de la ideología de izquierdas en el estado español. Las contra manifestaciones a favor de Castro en Madrid y Barcelona donde la mano y los recursos de la embajada cubana se hacían notar, dejó al descubierto uno de los matices más indecentes de los progres de este país: quieren para Cuba aquello que odian que ocurra en España. No son personas estúpidas o desinformadas, hay nivel e incluso fortunas ganadas gracias al capitalismo que detestan. Hay anti americanismo e hipocresía porque saben, y lo saben bien los de IU y compañía, que en Cuba ni hay libertad de palabra, opinión, movimiento, economía, sindical, política, jurídica, ni de prensa, comunicación y religión. Pero están ahí, bajo el frío y la nieve, gritando a favor de esa realidad totalitaria, eso si, en una lejana isla del caribe, no en sus cuentas bancarias, ni en sus viajes con pasaporte europeo, ni en su derecho a entrar donde quiera a dormir o tomar algo, no en el derecho a montar un negocio aunque sea de fabricar escobas. Y gritan y patalean sobre la escarcha de la tarde para que aquella pesadilla continúe y las putas de la Habana les sigan saliendo baratas.

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