domingo, 23 de marzo de 2008

Santa Semana

Suave y sin prisas una primavera travestida en invierno legal y con nieve frustra los planes de los cerezos en flor y los nidos de cigüeñas. La DGT anda loca controlando carreteras y las empresas de seguros piden a Dios menos accidentes porque así no salen los números. Cachao se fue a reunir con Celia Cruz para una gran banda en el cielo y la India prueba con éxito un misil nuclear de alcance medio a pesar del hambre que hay en sus calles. Pero lo mejor del día fue el color del mar luego del viento huracanado de anoche. Orillas de blanca espuma sobre el añil infinito del horizonte, velas a una milla de la costa, gaviotas sobre las montañas y el asfalto limpio por la lluvia. Me asomo al espejo y tengo aspecto de asaltante de caminos después de cuatro días sin afeitarme. C. anda por las Asturias de su alma, Mª, con el novio y Mo currando en el cine del barrio. La cama sin hacer y el lavavajillas acumulando platos. Estoy apático y bastante vago. Duermo más de diez horas y sueño paisajes urbanos de ciudades extrañas habitadas por mujeres de enormes tetas. Baje de Internet música salsa y tiro mis pasitos a solas en la habitación con una de cerveza en la mano. O subo a un bombardero y destrozo medio Berlín desde el simulador, repaso las pelis que habitualmente nunca tengo ganas ni tiempo de ver. Limpio el disco duro del PC. Hablo con mi madre y envío mensajitos de amor a C. Es la Semana Santa, a mi manera. A mi ritmo y sin dinero. En la tele el Papa bendice a todo el mundo y yo le bendigo a él y al Dalai y a los que hoy murieron de hambre, a los que mataron en las guerras de las que nadie habla, a las maltratadas y violadas de la tarde, a los abandonados y perdidos, a los que flotan en la mar helada, al que llegó a este mundo y no se entera de nada, al que se marchó con el tesoro de sus vivencias y a mi, por que para eso es la Semana Santa… para rezar y beber cerveza ¡qué carajo!

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